Diariamente, cada vez que hacemos algo, ya sea planificado o sin planificar, desemboca en una evaluación.
El hecho de acometer una acción ya planificada, lleva implícito el concepto "evaluación". Desde mi punto de vista esto es benefactor para nosotros mismos, puesto que la evaluación, es la fase en la cual nos damos cuenta de si lo que hemos hecho, lo hemos hecho correctamente o no. Si es que si, nos da seguridad para otras acciones futuras, si es que no, nos indica en que hemos fallado y cómo podemos remediarlo para la próxima vez.
A lo largo de nuestra vida estamos expuestos a este proceso de examen, desde que somos pequeños en el colegio, cuando pasamos a la universidad con selectividad, durante la carrera, y cuando por fin creemos que han acabado de examinarnos, nos damos cuenta que ahí solo empieza todo, pues tienes que conseguir un trabajo, y no es tanto el conseguirlo como el mantenerlo, podríamos decir que es una evaluación continua.
Todo lo anteriormente dicho, digamos que es una evaluación voluntaria, no porque queremos que nos la hagan, si no porque somos conscientes de que nos la están haciendo. Desde mi punto de vista, sufrimos una evaluación involuntaria sobre todos y cada uno de nuestros movimientos. La evaluación “social”, como podría llamarse, se encarga de examinarte durante toda la vida, con el fin de “encasillarte” en algún grupo, asignándote una serie de roles…
Se perfectamente que aquí hablamos del concepto de evaluación del aprendizaje y que me he ido un poco del tema, pero sinceramente pienso que todo tiene que ver, y que todo parte del mismo sitio. Nacemos aprendiendo, vivimos aprendiendo el día a día, la vida es un gran proceso de aprendizaje y ella misma nos evalúa constantemente.
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